... en qué bóvedas azules voy a guardarte de la alta oscuridad que me llama ...

martes, 10 de julio de 2012

Para que nos amemos

A veces la lluvia era tan densa que permancía en los párpados como un abrigo azul de ceniza.
 
A veces había tanto silencio que los pájaros nos confundían con estatuas.
 
Y otra vez las rosas que nunca morían estaban allí para nosotros, resplandeciendo en esa llama, que era la llama del amor, y nadie más lo sabía.
 
Sólo nosotros,
en ese jardín intacto de la memoria que sigue renaciendo para que nos amemos.

3 comentarios:

  1. Aquí otra vez. Simplemente. Puedo decir que ante tu poesía el camello se pondrá a llorar sabiendo que deberá pasar el corazón por el ojo de la aguja. Sabiendo. O ignorándolo, ¿Acaso no hallan valor las cosas en sus contrarios?

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  2. la única pregunta: quién eres tu, quién soy yo? debo revisar mi memoria

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  3. Técnicamente son dos únicas preguntas.
    Yo: súper nadie.
    Vos, mmm, la muchacha que escribe bellos poemas.

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