Para que nos amemos

A veces la lluvia era tan densa que permancía en los párpados como un abrigo azul de ceniza.
 
A veces había tanto silencio que los pájaros nos confundían con estatuas.
 
Y otra vez las rosas que nunca morían estaban allí para nosotros, resplandeciendo en esa llama, que era la llama del amor, y nadie más lo sabía.
 
Sólo nosotros,
en ese jardín intacto de la memoria que sigue renaciendo para que nos amemos.

Del principio de todo

Inútil fue contarte que prefería los muelles,

los días azules,

los acantilados con suficientes estrellas.

Los puentes con sombra necesaria para abismarse

una que otra soledad y tarde, en el amor.

Y fueron muchas.

Allí soñamos juntos, y te decía,

que el amor es olvidar que estamos solos.

La felicidad no es algo que pudieras darme,

pero fui feliz contigo.

Y ahora que se parte la luna

y comienzan a huír las estrellas,

yo te digo ya sin poesía

que consideres por ti, por mi,

esta oscuridad sin ventanas

que soy yo cuando faltas.

Cuando estás cerca

No es por compararte a la noche que guardo tus relámpagos,

o llamo mariposas disfrazadas hasta este cuarto oscuro para soñar a ciegas

es más bien hora de extrañarte, manera de planear los besos

el aire exacto que dejaré que pase antes de amarte de nuevo

para que sientas cómo aún no amándote te amo

y descubras cómo nace tras de ti la música, la poesía y el silencio,

cómo crecen jardines imposibles cuando dices hola,

cómo el mundo es una interminable nube cuando estás cerca.

Cómo te amo cuando eres sólo luz y ceniza

Cómo te amo cuando eres sólo luz y ceniza

y estás despierta, entre el humo

sin decirme tu pena.

¿Cómo no he de quererte, niña?

vestida de sombras o de claveles

aún eres mi niña,

cruzando los lagos de mi corazón

como un rayo de música.

Cómo quisiera estos días

de sombra interminable

darte de mi risa,

hacerte una casa donde vivan

todas las flores y nubes

y cubrirte de estrellas.

Infancia

Tu estás aquí

entre las cosas que nacen

como un río solitario,

una rosa abandonada en el paisaje

nieve, pájaros cantando lo que aún no sabemos

y en la estancia detenida de mi mente

sigues incendiando estrellas en el horizonte

quédate a repartir conmigo septiembre,

infancia entre los árboles.

Enamórate

Deja que las hojas dancen

tras de nosotros

su música despertará las nubes

irá a encontrarte mi amor

entre sueños

voy a regalarte algo secreto:

un arcoiris

o una luna pequeña

pero ven, niña, a cantar con mis rosas

colorea mis caminos

ven con tu primavera

revolotea mi corazón

enciende los crepúsculos

cae hasta el silencio conmigo,

enamórate.

Estío

Que hable aquel que no tenga memoria
en esta simetría disfuncional de las palabras
nadie me enseñó a ser libre

retoño en cada segundo invulnerable tuyo
y mi aire te espera soñándote en la cicatriz más limpia

permanezco porque soy algo tan tuyo como un nombre
y existo sólo en la ceniza del estío
llevo mi caricia huérfana, la mirada cerrada
el amor que ya no es mío.